NO CUCHILLO SÍ JARRÓN.


Toco la puerta y saludo a mi gran amiga, la considero gran aliada; luego saludo a mi compañero con sonrisas entrecortadas. Llaman de la puerta y mi gran amiga nos presenta.

La conocía cuando el sol resplandecía. ¡Qué bonita, que linda! Toda la mañana se tornaba colorida ¡Me gusta! Repito innumerables veces mentalmente; gran aliada por hacer que venga te lo agradezco eternamente.

Es esbelta, está elegante pero a la vez sencilla, está muy bien moldeada como la arcilla. Me gusta su pelo, me gustan sus frágiles manos. Empiezo hablar y estoy tembloroso como tartamudeando, la noto fría como el mármol y viva como el verano.

Nos miramos y agachamos las miradas. Sé su nombre pero le pregunto otra vez, nada me podría causar después de conocerla intrepidez. Quizás no le parezca interesante en este momento, pero la llego a despedir sin remordimientos. Y advertí la última mirada a sus grandes cualidades faciales.

Tengo su número telefónico ¿La llamaré? ¡La llamaré! ¿Qué le diré? Ya sé. Le diré, que siempre la respetaré. Suena mi teléfono, suena su teléfono; Nuevamente suena el mío y suena de ella. Hay varios mensajes, pero tenerla lejos me trae coraje.

Quizás lo que le digo tampoco le interesa, pues hay otro junto a mí en la mesa. Jamás seré un cuchillo que corta las cosas, prefiero ser un jarrón lleno de rosas.

Fueron dos noches de sueño, que bonitos estos, son los únicos de los cuales soy dueño; fueron tan bonitos, que para mí, valen por mil realidades. Te contaré los sueños y lo que leo, pues es otra de las cosas que más deseo.

Buen tiempo es que no estoy frente a ella, espero con gran paciencia mirando las estrellas. La recuerdo como la describí hace un ratito, pues de ella su cariño necesito.

Desde lejos su voz melodiosa escucho y quizás ya la empecé a querer mucho.